sábado, 30 de julio de 2011

Nuevos Ambientes de Aprendizaje. Prof. Betis Silvera

Basta solamente examinar como en un siglo, en este siglo XX, hemos pasado por solo referirnos a una arista del problema, de una comprensión superficial y reduccionista del proceso de enseñar y aprender a partir del conductismo a interpretaciones más complejas y apegadas a la realidad como las aportada por el cognoscitivismo y el constructivismo social.

     Es cierto que las formas de organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje han ido variando más en el plano teórico de su comprensión que en el práctico de su realización, lo que ha provocado una contradicción e insatisfacción de todos aquellos que de una forma tenemos que ver con la educación de las nuevas generaciones.

     Por otra parte, la explosión de las tecnologías de las comunicaciones y la informática de los últimos años y su empleo cada vez más generalizado en la sociedad, ha ido imponiendo nuevas posibilidades de organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, dista mucho la educación de hacer un empleo extensivo y a su vez intensivo del enorme bagaje teórico y tecnológico gestado durante los años de este siglo.

     Muchos son los posibles factores de diferentes tipos y naturaleza que pueden justificar lo anterior, pero lo que sí es evidente en muchos casos, es que el empleo de las nuevas tecnologías a la enseñanza constituye un reto aún por lograr más en el plano pedagógico que tecnológico.

     No se trata de insertar lo nuevo en lo viejo, o seguir haciendo lo mismo con las tecnologías de punta. De lo que se trata es de diseñar nuevos ambientes de aprendizajes acordes con el estado del arte de las ciencias y al tecnología contemporánea.

     El problema no se reduce o debe reducirse a “introducir” tecnología. Lo que se impone es hacer un buen uso de ella, es decir, un empleo acorde con la naturaleza y la finalidad del proceso al cual se aplica y debe “ajustarse” para que ésta sea capaz de dar los resultados que le posibilitan sus extraordinarias potencialidades y que se justifique plenamente la inversión que debe hacerse. Por ejemplo, el éxito de la tecnología de punta en el campo de la medicina está dado entre otras razones por la pertinencia con que se aplica ésta en pos de la salud del paciente y del trabajo del médico como profesionista.

     Introducir la tecnología por la tecnología en la educación es absurdo, y más temprano que tarde resultará una frustración. Delo que se trata es de emplear los recursos tecnológicos para hacer las cosas mejor y optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Todos y cada uno de sus componentes y entre ellos al maestro en su rol como profesional.

     La tecnología puede ayudar con crece a un buen maestro a ser mejor debidamente sensibilizado y capacitado al respecto, pero en la misma medida puede hacer peor a un mal instructor, por el efecto magnificador que ésta tiene.

     La cuestión no es “per se” de tecnología, es del proceso de enseñanza-aprendizaje como un todo, en la que el maestro, alumno y tecnología son componentes entre otros. Sobrevaluar uno en detrimento del otro da muestra de falta de visión sistemática y puede ser peor la “cura que la enfermedad”

     Está claro que en un mundo de tecnología, la escuela no debe sustraerse de ella ni en cuanto a su aplicación ni en lo relativo a la educación para su empleo, más aún, la aplicación creadora de la telemática al proceso de enseñanza-aprendizaje puede facilitar, de hacerse cumpliendo los cañones de actuación pedagógica, la introducción masiva de los grandes logros de la didáctica contemporánea.

     Aquí como en otros muchos campos de actuación humana, la solución al reto está en lo equipos multidisciplinarios, mejor aún, en los transdisciplinarios, donde el profesional de la educación: el maestro, más que un espectador, a pasivo receptor de los intentos de integración de la tecnología a la enseñanza, participe crítica y creativamente en la solución del problema. De no ser así terminará por rechazarla, minimizarla o hacer un mal uso de ella pese a sus bondades potenciales.

     Las tecnologías de punta propician nuevas formas de aprender que por supuesto no sustituyen a las tradicionales, lo que hacen es ampliar y enriquecer las posibilidades de actuación educativa.

     Lo nuevo y distintivo está en la forma en que empleamos los recursos, tanto los recientes como los que no lo son en su combinación e integración, en el respeto a su código propio de comunicación y sobre todo en el empleo pedagógico que hacemos de cada uno y de todos integrados como un sistema.

     De ahí que los nuevos ambientes de aprendizaje, sea una forma de organizar el proceso de enseñanza presencial y a distancia que implica el empleo de tecnología, pero no se reduce a ello, para crear una situación educativa centrada en el alumno y que fomente su autoaprendizaje, así como el desarrollo de su pensamiento crítico y creativo mediante el trabajo en equipo cooperativo.

     En resumen, de lo que se trata es de integrar de manera pertinente los avances tecnológicos del  momento con los aportes de las Ciencias de la educación, de manera tal que se complementen, enriquezcan y se pongan en función de la educación de toda la sociedad para el despliegue de las potencialidades de todos sus miembros y el logro del uso pleno de la capacidad distintiva del ser humano: la de pensar y sentir, crear y emocionarse, descubrir, transformar y cooperar conscientemente unos con otros.
     
       "Expresión todo ello de humanismo y respeto por el hombre".

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